Corría la década de los 90s y la llegada de nuevos programas televisivos como la animación japonesa, la masificación del VHS y otros productos relacionados con la cultura "friki", irrumpieron las tierras chilenas, desatando una ola por el consumo de estos productos que no se detendría hasta hoy. Como resultado de este encuentro, toda una generación de jóvenes se vería influida y emocionalmente identificada con un estilo de arte y la riqueza cultural de un país tan lejano y extraordinario. En El anime nos cambió, se aborda la influencia que ha tenido el anime en la juventud chilena como un elemento para la conformación de sus identidades, funcionando como una brújula para iniciar nuevas amistades y distintos proyectos, un libro inagotable de nuevos conocimientos y valores, un espacio de ocio para distenderse o un lugar al cual escapar en momentos de crisis.
