Instalada en el cansancio crónico, fruto de una inespecífica dolencia, la narradora de esta novela decide ingresar
en una clínica de lujo eficazmente diseñada para restaurar cuerpos enfermos. Allí se rodea de un selecto grupo
de pacientes que, como ella, se entregan a los tratamientos –algunos secretos y otros experimentales– que les
suministran en el sótano del edificio. En común tienen
una máxima: «Las miserias nos las callamos todos por
dignidad.»
Pero cuando la mejoría física de la protagonista no llega,
cuando las dinámicas del grupo parecen obligar a sus integrantes a elegir entre soledad o tiranía, los recelos
emergen. ¿Y si lo raro es precisamente estar sano? Y,
ante lo que parece el principio del fin, ¿vale la pena dedicar esfuerzos a escribir, en palabras de la narradora, «una
novela de trama médica, sórdida y criminal»?
El sótano se revela, en una narración anómala y fascinante, como el anverso de otra novela posible, escrita con la
libertad y la precisión con que se construye un collage.