Fukushima marca, en materia de energía atómica, el fin de una ilusión y el comienzo de la era post-nuclear. Clasificado ahora de nivel 7, o sea el más alto en la escala internacional de los incidentes nucleares (INES), el desastre japonés ya es comparable al de Chernobyl (ocurrido en Ucrania en 1986) por sus efectos radiactivos considerables en la salud de las personas y en el medio ambiente.