Luz está perdida. Su hijo Eliseo ha desaparecido. Recién llegado a Los
Ángeles después de mucho tiempo, está resentido, hostil y vulnerable.
Ella necesita saber dónde está, pero no puede recurrir a las
autoridades. Es una indocumentada, ha logrado vivir seis años sin ser
descubierta y no puede correr riesgos ahora.
Nadia no logra despertar de la pesadilla que la ha traído de México,
está huyendo de los sicarios del cártel de droga a quienes ella, como
periodista, denunció en los medios. Ni el alcohol, ni su compañero con
el que sobrevive pueden ayudarla a olvidar y volver a empezar.
Ostelinda ha entendido que deberá hacer cualquier cosa para escapar
de la esclavitud de la fábrica. Fue engañada, creyó que atravesar el
desierto y la frontera podían abrirle el futuro a una vida mejor para ella
y su familia. Todos sus sueños eran una mentira, y sus fuerzas están
flaqueando.
Tres mujeres cuyos destinos cambiarán para siempre cuando sus
caminos se crucen. Sus luchas en el país de la libertad son desiguales,
porque allí la ley no protege a quienes deja fuera, allí ellas son
solamente indocumentadas.